El sábado por la mañana los de siempre toman el mando del chiringuito del cachondeo, ese donde cada cierto tiempo se pasan la pelota unos a otros para que nunca se les acabe el chollo. Hasta aquí toda persona con un poco de cabeza y sentimiento sabe llegar. Pues bien, ocurre que al grupo de ciudadanos que pide algo justo y necesario se les echa de la plaza con excusas baratas para que ninguno de los de arriba se sienta ofendido y se despeine.
Poco después los trabajadores del bar de la plaza del ayuntamiento de Alicante son amenazados de cierre si servían a los ciudadanos que luchan por una democracia justa y real, esos que estaban acorralados en una esquina con vallas y que no podían pasar a una plaza que siempre será del pueblo. Ni ellos, ni cualquiera que pasara por allí, a no ser que fueras un ente superior de esos. Pues bien, en esta clase que está un escalón por encima de cualquier ser vivo, entran los corruptos, esos de corbata y traje, esos que dan las ordenes a los mandados. Estos celebraban gustosamente su nuevo engaño al ciudadano, mientras se reían y brindaban en el bar donde ellos mismos habían decidido cerrarlo para gente de su caché, donde la hipocresía y la falsedad está presente en todo momento.

Por una democracia justa y real, cada día os odiamos más.
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